sábado, septiembre 10, 2016

Si Caperucita siempre cuenta la historia, el villano siempre será el lobo

Prólogo
Si Caperucita siempre cuenta la historia, el villano siempre será el lobo

He decidido escribir este anti-cuento (que más bien debería ser pro-cuento) porque siempre hemos escuchado la versión escrita bajo la perspectiva (o manipulación) de Caperucita. La gran mayoría de las veces se nos cuenta la versión que quieren que escuchemos; ésta situación se presenta en todos los ámbitos: social, político, laboral, histórico, sentimental, religioso, etc.

La doble injusticia que representa el creer sólo la versión de Caperucita, puede alcanzar dimensiones no calculadas: Por un lado Caperucita queda impune y encima como víctima, y el lobo resulta ser el tirano asesino victimario de Caperucita y su abuela pero, ¿alguna vez hemos escuchado la versión del Lobo? ¿alguna vez nos hemos tomado la molestia de preguntarle al Lobo que fue lo que realmente pasó? Creo que jamás lo hemos siguiera considerado. Quien pega primero pega más duro y Caperucita se nos adelantó a contar la historia así que -aunque el Lobo decida contar “su verdad”- será difícil que alguien le crea.

Y es que la primera versión de Charles Perrault acerca de Caperucita roja data de 1697, la segunda versión fue escrita en 1800 por Ludwig Tieck, con algunas adaptaciones respecto a la versión original de Perrault. Aunque la versión más leída [y más creída] es la de los Hermanos Grimm escrita en 1812. Esta última versión de los hermanos alemanes está modificada para ser más digerible -sobre todo para los niños- ya que las primeras versiones contenían situaciones más eróticas y sangrientas.

Aunque ésta última versión es la más popular, a pesar de tantas incoherencias, sigue siendo la más popular quizás porque el punto principal, no es porque la madre envía sola a su hija a cruzar por el bosque sabiendo que el lobo es amo y señor del bosque y estando consciente de todos los peligros que la acechan; no es porque el lobo no ataca a la niña en el bosque y se espera hasta la casa de la abuela; no es porque la niña no puede diferenciar entre el lobo y su abuela, sino porque la lección principal es: “obedece a tu madre y sigue al pie de la letra sus instrucciones o te carga el destino”.

Mi objetivo con este escrito es cuestionar la versión de Caperucita, porque no puedo emitir un juicio objetivo (o decidir que creer) si sólo he escuchado la versión de Caperucita, intentando ponerme en “las patas” del Lobo, imaginando cuál puede ser la contraparte de su versión, en un intento de crear consciencia y reflexión acerca de los chismes que escuchamos todos los días de tal o cual vecino, de tal o cual compañero de trabajo o incluso de tal o cual cuento histórico que nos han hecho creer (ej. los niños héroes) en donde damos por hecho sólo una versión de las muchas que pueden existir.

Todos tenemos amigos(as) que nos cuentan chismes, que no son más que palabras que han sido escuchadas por mil oídos, interpretadas por mil cerebros y expresadas por mil bocas; sólo los protagonistas saben la verdad de los acontecimientos.

No estoy sugiriendo no creer en quienes hemos depositado nuestra confianza, pero entonces ¿Qué posición debemos tomar? ¿a quién debemos creer? Es una respuesta que sólo tendremos después de haber escuchado ambas versiones y aplicado nuestro criterio. Finalmente nuestra verdad, siempre estará sujeta a nuestra percepción, interpretación y emociones.

Daniel Flores Olmos
Caperucita Roja
[Versión del Lobo]
Por Daniel Flores Olmos

Erase una vez un deprimido y pobre lobo en bancarrota que se encontraba en una crisis existencial porque no encontraba sentido a su vida. No se sentía satisfecho con andar por ahí como depredador, quitándole la vida a otros seres para garantizar su existencia, de hecho eso lo hacía infeliz. El sabía que podía ser civilizado pero su naturaleza entraba en conflicto con sus ilusiones. Había escuchado de una especie de lobos llamados esteparios, quienes son seres solitarios que no dependen de una manada, pero él se encontraba muy lejos de las estepas y no estaba seguro de aislarse de tal manera del mundo.

Así bien, decidió salir a dar un paseo por el bosque ya que en su manada siempre había escuchado que “salir a dar un paseo despeja la mente”. Caminó por el bosque a través de los árboles, pisando hojas secas y cruzando veredas panorámicas dignas de un cuadro de Renoir; aunque no disfrutaba el paisaje por estar absorto en sus pensamientos, escuchó al borde del río el grito desgarrador de una niña humana y su sentido de protección lo guío instintivamente a correr en dirección del llanto de aquella niña que parecía en peligro.

Cuándo llegó al lugar, vislumbro a lo lejos a una pequeña con una capa roja corriendo despavoridamente, detrás de ella un oso fuera de sí mostrando las fauces desesperadas que sólo un depredador hambriento puede tener. No pudo evitar sentirse miserable al enfrentarse con la imagen de si mismo por todas las veces que se había encontrado en la misma situación del oso; inexplicablemente sintió compasión por aquella niña indefensa (sentimiento que nunca había experimentado) y decidió ayudarla sin dudar..

Recordó las trampas que los cazadores habían puesto y conocía la ubicación de cada una de ellas, así que lanzó un maullido con todas las fuerzas que pudo para llamar la atención del oso, logrando su cometido; el oso por reflejo reaccionó y volteó hacia donde estaba el lobo pero no le dio importancia y siguió su camino detrás de la niña. Aquellos segundos de distracción valieron oro para que la niña pudiera esconderse en el hueco de un árbol seco sin que el oso se percatara.

- ¡Hey! ¡oso! ¡no seas cobarde y busca a un oponente digno de ti!
- ¡Ja! ¡O eres demasiado estúpido o no valoras tu vida, lobo insignificante! Tan poco digno eres tú de mi como esa niña, no tienes más oportunidad que ella de defenderte…
- Entonces no tendrás problema en enfrentarme, ¡ven y compruébame lo que acabas de decir!
- Creo que te voy a dar una lección lobo imbécil, después de todo pesas más que la niña y me dejarías mas satisfecho además, no me caería mal cenar lobo marinado en su propia ori…
- ¡Cállate y alcánzame si puedes!

El lobo empezó a correr lo más rápido que pudo creyendo menos astuto al oso; estaba seguro que guiándolo, caería en la primera trampa -o por lo menos en las primeras- pero el bosque también era territorio del oso y lo conocía muy bien. Finalmente después de varios kilómetros de persecución, el lobo fingió haber caído en una trampa y cuando el oso le cayó encima, el lobo dio un salto provocando que el oso cayera, quedando atrapada su pata dentro de los picos de acero.

El Lobo de inmediato regresó a buscar a la niña hasta aquel árbol en donde alcanzó a ver que se había refugiado; la noche caía y estaba muy cansado física y mentalmente lo cual le complicó encontrarla. Cuándo finalmente dio con el árbol, ya no estaba la niña y comenzó a seguir el rastro con la esperanza de encontrarla viva; el rastro lo llevó a una casa de madera.

Se asomó por la ventana para confirmar que la niña se encontraba a salvo en el lugar; la vio junto con una anciana aparentemente indefensa y encantadora, la pequeña lo vio y se alegró mucho porque sentía una enorme gratitud por haberle salvado la vida y haber enfrentado a aquel oso, arriesgándose por ella.

- ¡Mira abuela! ¡el Lobo que te conté que me salvó la vida!
- ¡No seas ingenua! ¿que no ves que el Lobo lo único que hizo fue ganarle la presa al oso? Ahora viene por su trofeo ¡Jamás confíes en ningún lobo! Todos son depredadores y más astutos que los zorros.
- No lo sé abuela… su mirada era compasiva, jamás me sentí amenazada por él… quizás no todos sean depredadores o asesinos…
- ¡Tú qué sabes de la vida! ¡llama a Ricardo el leñador para que nos salve del Lobo! ¿que no ves que te pones en peligro y a mi también?
- Creo que tienes razón abuela, no conozco a nadie que haya sido salvado por un lobo. ¡Ricardo! ¡Ricardo! ¡Ayuda!

El Lobo -que estaba en la ventana escuchando la conversación- se sintió profundamente decepcionado y más deprimido de lo que ya estaba, se dio la vuelta para regresar hacia el bosque cuando súbitamente se encontró de frente con Ricardo quien le lanzó un hachazo que no alcanzó su objetivo, entonces el Lobo huyó lo más rápido que pudo, no sin antes ser golpeado por el arma del leñador, hiriéndolo en la pata trasera derecha.

Siguió corriendo desangrándose hasta que el cansancio comenzó a vencerlo perdiendo el sentido de la ubicación. Involuntariamente y al punto del desmayo, se topó con el oso atrapado, también desangrando:

- Te dije que eras demasiado estúpido Lobo, quisiste ayudar a esa tirana y ve lo que ganaste
- No comprendo ¿que tiranía puede ejercer una niña en contra de un oso? - dijo el Lobo casi en un suspiro-
- ¿Quieres saber porque estaba persiguiendo a esa niña?
- Muero por saberlo -dijo sarcásticamente el Lobo-
- Mi osezno y yo estábamos caminando hacía el río en busca de peces, yo me distraje por un momento y lo perdí de vista, cuando me di cuenta que no venía a mi lado, entré en pánico y comencé a gritarle, corrí unos metros hacia atrás por donde veníamos cuando vi que esa niña le estaba lanzando piedras orillándolo hasta el acantilado provocando que cayera sin nada que pudiera yo hacer para evitarlo… lo único que pasó por mi mente era destrozar a esa tirana por haber asesinado a lo que más amo en este mundo… estaba devastada…
- ¿Eres Osa? -preguntó sorprendido el Lobo-
- …
- ¿...Osa…? ¿...Eres os…?

El Lobo ya no obtuvo respuesta y no pudo preguntar más…

Algunos hombres del pueblo encontraron al Lobo y a la osa muertos en el mismo lugar. Cuando el leñador se enteró de su hazaña, exageró su heroísmo contando a todo aquel que se le pusiera enfrente, que había salvado las vidas de la niña y de la abuela, matando al lobo y al oso de un sólo hachazo.

Al ser cuestionada Caperucita de la hazaña del leñador, no se le ocurrió otra cosa más que decir que el lobo había entrado a casa de la abuela y se las había tragado a las dos, siendo salvadas por el valiente leñador quien diseccionó al lobo para sacarlas a ambas de las mismísimas vísceras del Lobo.

La gente del pueblo regó la leyenda como agua de tormenta a manera de lección para todos, acerca de la maldad de los lobos, provocando la ira y el rencor hacia todos ellos.


Caperucita jamás dijo la verdad.